Podemos afirmar que la digitalización no es ni una moda ni una tendencia, sino que es una realidad que atraviesa a toda la sociedad y que además representa un cambio de paradigma. La misma no consiste en cambiar simplemente del mundo físico al digital, sino un profundo cambio cultural en las personas, las empresas y las instituciones; adaptando también todos los procesos y de mentalidades implicados.
Muchas veces, esto puede presentar resistencias por parte de las personas pero, a la larga, el beneficio de los resultados es directo. El objetivo es reducir errores, tiempos y costos.
Por ejemplo, gestionar la información a través de papel o planillas de Excel no sólo es lento sino también peligroso y deja mucho margen para el error humano. La pérdida de un archivo con información de contactos, pedidos realizados y stock existentes puede implicar consecuencias en los ingresos y un daño importante para tu negocio.
Por otro lado, la digitalización nos permite disponer de información actualizada para generar estrategias comerciales; dándonos acceso a una gran cantidad de datos y estadísticas que nos permiten generar estrategias de ofertas y promociones más enfocadas y puntuales, por ejemplo según el remanente o los productos de menor venta.
Además, contar con información actualizada y confiable del stock nos permite asegurar su previsibilidad, pudiendo detectar picos estacionales y localizar de artículos de movimiento lento o estancados; lo cual resulta en incentivos para la compra de productos remanentes y aumentos en las conversiones al mismo tiempo que se optimiza la capacidad del depósito.
En resumen, la digitalización se enfrenta a un cambio de paradigma en el que el consumidor, la tecnología y el uso de datos son los tres factores clave que las compañías deben tener en cuenta para afrontar cualquier proceso de transformación.